El despertar de los pueblos
Este fin de año, tendremos cuatro elecciones clave en
países de Latinoamérica que sin duda marcaran cambios en esta región del
planeta. Hablamos de Chile donde
Bachelet saldrá electa en la segunda vuelta que se desarrollará en diciembre,
Xiomara Castro se perfila en Honduras, las elecciones legislativas en Argentina
y las municipales en Venezuela.
En el caso de Chile, la Bachelet se
impulsa con fuerza justamente en el año, en que rememoran el 40 aniversario del
golpe de Estado del fascista, terrorista, genocida Augusto Pinochet al gobierno
del pueblo de Salvador Allende.
Importante para Chile porque está en puertas
una reforma constitucional y una reforma fiscal, como ha prometido concretar
durante su gestión de ser electa Bachelet y que así será.
Particularmente especial para Honduras, ya
que el pueblo aún tiene en su retina el fatídico golpe de Estado al Presidente
Zelaya protagonizado por imperio el de 2009.
La hermana Honduras con un escenario
complicado en medio de la pobreza, la violencia, la desigualdad, y la tristeza
de su pueblo. Ahora mismo en Honduras hay una fuerte presión por la injerencia
norteamericana para posesionar nuevamente a su ficha conservadora que es Juan
Orlando Hernandez. La mano negra del imperio sanguinario está polarizando,
movilizando todo su arsenal político para evitar el retorno del pueblo al poder
encarnado en Xiomara Castro de Zelaya.
El deseo
popular de convivir en paz se ha transformado en el eje dinamizador de todas
las movilizaciones que existen al interior de nuestros pueblos.
Las
Oligarquías están globalizadas y Trasnacionalizadas, llevan el sello fascista
del neoliberalismo bestial que intentan convertir en siervo a nuestros países.
Este sistema que nunca ha resuelto nada en consonancia con el pueblo,
contrariamente, continúan con
su desesperación de mantener intacto y fortalecer su chip maquiavélico de someter
a sus adversarios.
El despertar
de los pueblos ahora tiene una clara propuesta anti neoliberal y se consagra
como la mejor consigna para propugnar no sólo el cambio de sistema, sino la
anhelada cultura de paz con justicia social y soberanía.
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